El Barça necesitaba un partido así. No tanto por el resultado, que entra dentro de lo lógico, por más que Getafe despierte algunos recuerdos oscuros, sino por el golpe de autoridad que el equipo dio en el Coliseum apenas unas horas después de que el Madrid liquidase a la UD Las Palmas unos kilómetros más al norte, en Chamartín. Agarrado a la inspiración de Neymar, al instinto de Suárez y a la creatividad de Sergi Roberto, el Barça tramitó el partido con una superioridad incontestable. No sufrió en defensa, tuvo fluidez en la medular y fue imaginativo en ataque.
Antes de que se hubiese cumpido un minuto, el Barça ya ofreció una declaración de intenciones, cuando Munir estuvo a punto de abrir el marcador. No tuvo suerte el canterano pero tocaba seguir remando, y el equipo no desfalleció. El Barça tenía de todo, salvo remate, hasta que Sergi Roberto se inventó una asistencia de gol al alcance de los elegidos. En pleno balcón del área, giró sobre sí mismo para tocar el balón con la espuela, leyendo perfectamente el movimiento de Luis Suárez, que culminó la jugada con la suficiente frialdad como para batir a Guaita. Pura poesía para romper un partido que amenazaba con convertirse en una tortura, el típico compromiso que empieza a enquistarse y que nunca tiene final feliz.
Pero el Barça no necesita ser un equipo especialmente estético para sacar los partidos adelante. Quizá su juego no enamora, pero su capacidad competitiva es indiscutible. Lo demostró el Barça en Getafe, un campo siempre incómodo (antes del partido, uno de los fondos del estadio desplegó una pancarta alusiva a la remontada copera de 2007, ‘ayudadnos a recordar’), en el que no dio pie a la sorpresa. El Getafe apenas tuvo la ocasión de rechistar.
De hecho , el Barça pudo empezar a encaminar el triunfo antes del primer minuto de partido. Neymar, siempre presente, cabalgó por la banda zurda cuando los rivales aún le tomaban las medidas al campo para dejar a Munir en boca de gol. El delantero del Barça se sacó de la manga un remate acrobático, una media chilena que hubiera sido el gol de la jornada. Pero sigue de pega. Ni Munir ni Sandro acaban de romper su sequía goleadora, por unas razones o por otras.
Avanzaba el partido y el Barça vivía básicamente de la inspiración de Neymar. Busquets y Rakitic cumplían a la perfección su papel de ancla en el centro del campo, con Sergi Roberto liberado para sacar a relucir toda su creatividad.
Más allá del talento de Sergi Roberto, Neymar y Suárez, los jugadores más en forma del equipo, el Barça dio un paso adelante en Getafe: no tanto en la brillantez de su juego, sino en la recuperación de una de sus señas de identidad: la recuperación tras pérdida.
El Barça ahogó al Getafe con una presión asfixiante: se empeñó en dominar el partido con la autoridad de los equipos grandes, despejando dudas desde el primer minuto. Si se trataba de demostrar la jerarquía, el Barça aprobó con nota en el Coliseum, agarrado al acierto de sus delanteros, pero también al despliegue de Sergio Busquets en el centro del campo. El pivote del Barça ofreció todo un recital a la hora de marcar el ‘tempo’ del partido, como si jugase con una batuta en la mano.
Antes de que el Getafe tuviese tiempo de intentar la reacción, el Barça liquidó el partido. Lo hizo nuevamente de la mano de Sergi Roberto, que progresó por la banda derecha con el convencimiento de un extremo para colgar un balón al área. Allí, en el segundo palo, apareció Neymar, que no dudó a la hora de enganchar el balón de volea en un remate ajustado al palo de Guaita.
Iniesta, un regreso plácido
Parecía que el Barça enfilaba por fin una recta final de partido bastante plácida. El panorama invitaba a recuperar a Andrés Iniesta, que volvió a jugar después de un mes lesionado. Y el capitán disfrutó de un regreso inmejorable: un partido controlado, un rival vencido y unos compañeros dispuestos a convertir el partido en un rondo. Sobre todo, Neymar, que disfrutó como si jugase en su barrio de toda la vida. El brasileño enseñó casi todo su catálogo de detalles: caños, recortes, driblings en estático y en carrera... Y, curiosamente, los rivales no se lo reprocharon ni le cosieron a patadas. El Getafe fue un rival muy digno. No ensució el partido, ni siquiera cuando supo que ya lo tenía todo perdido.
El Barça pudo darse el lujo de llevar navegando en un velero al final del partido. Por fin respiró tranquilo, después de dar un golpe de autoridad en Getafe, en un partido que refuerza la trayectoria del equipo y que demuestra que a pesar de todo, este Barça sabe competir como nadie.
Pero el Barça no necesita ser un equipo especialmente estético para sacar los partidos adelante. Quizá su juego no enamora, pero su capacidad competitiva es indiscutible. Lo demostró el Barça en Getafe, un campo siempre incómodo (antes del partido, uno de los fondos del estadio desplegó una pancarta alusiva a la remontada copera de 2007, ‘ayudadnos a recordar’), en el que no dio pie a la sorpresa. El Getafe apenas tuvo la ocasión de rechistar.
De hecho , el Barça pudo empezar a encaminar el triunfo antes del primer minuto de partido. Neymar, siempre presente, cabalgó por la banda zurda cuando los rivales aún le tomaban las medidas al campo para dejar a Munir en boca de gol. El delantero del Barça se sacó de la manga un remate acrobático, una media chilena que hubiera sido el gol de la jornada. Pero sigue de pega. Ni Munir ni Sandro acaban de romper su sequía goleadora, por unas razones o por otras.
Avanzaba el partido y el Barça vivía básicamente de la inspiración de Neymar. Busquets y Rakitic cumplían a la perfección su papel de ancla en el centro del campo, con Sergi Roberto liberado para sacar a relucir toda su creatividad.
Más allá del talento de Sergi Roberto, Neymar y Suárez, los jugadores más en forma del equipo, el Barça dio un paso adelante en Getafe: no tanto en la brillantez de su juego, sino en la recuperación de una de sus señas de identidad: la recuperación tras pérdida.
El Barça ahogó al Getafe con una presión asfixiante: se empeñó en dominar el partido con la autoridad de los equipos grandes, despejando dudas desde el primer minuto. Si se trataba de demostrar la jerarquía, el Barça aprobó con nota en el Coliseum, agarrado al acierto de sus delanteros, pero también al despliegue de Sergio Busquets en el centro del campo. El pivote del Barça ofreció todo un recital a la hora de marcar el ‘tempo’ del partido, como si jugase con una batuta en la mano.
Antes de que el Getafe tuviese tiempo de intentar la reacción, el Barça liquidó el partido. Lo hizo nuevamente de la mano de Sergi Roberto, que progresó por la banda derecha con el convencimiento de un extremo para colgar un balón al área. Allí, en el segundo palo, apareció Neymar, que no dudó a la hora de enganchar el balón de volea en un remate ajustado al palo de Guaita.
Iniesta, un regreso plácido
Parecía que el Barça enfilaba por fin una recta final de partido bastante plácida. El panorama invitaba a recuperar a Andrés Iniesta, que volvió a jugar después de un mes lesionado. Y el capitán disfrutó de un regreso inmejorable: un partido controlado, un rival vencido y unos compañeros dispuestos a convertir el partido en un rondo. Sobre todo, Neymar, que disfrutó como si jugase en su barrio de toda la vida. El brasileño enseñó casi todo su catálogo de detalles: caños, recortes, driblings en estático y en carrera... Y, curiosamente, los rivales no se lo reprocharon ni le cosieron a patadas. El Getafe fue un rival muy digno. No ensució el partido, ni siquiera cuando supo que ya lo tenía todo perdido.
El Barça pudo darse el lujo de llevar navegando en un velero al final del partido. Por fin respiró tranquilo, después de dar un golpe de autoridad en Getafe, en un partido que refuerza la trayectoria del equipo y que demuestra que a pesar de todo, este Barça sabe competir como nadie.